¿Conoces la Red Pacto Mundial? ¿Quizás bajo el nombre de Global Compact te suene algo más? ¿No? No pasa nada, para eso estamos aquí. Se trata de una iniciativa internacional que aglutina a una amplia gama de empresas, que se comprometen a firmar una especie de contrato que las vincula al Pacto consistente en implementar 10 principios universales de buena acción en las empresas. Se podría hablar de que esta iniciativa es la elevación de la Responsabilidad Social Corporativa, a menudo conocida bajo las siglas RSC, a la máxima potencia. La idea es implantar, favorecer el desarrollo, dar a conocer y la divulgación de una serie de políticas y prácticas que ayuden a la sostenibilidad y modificación de los patrones de conducta en pos de una sociedad más igualitaria. La iniciativa promueve esta serie de valores y contribuye con los firmantes a su cumplimiento a través de la disponibilidad de un importante número de herramientas, recursos y útiles de gestión que asistan a la implementación de esos modelos de negocio favorables.
La Responsabilidad Social Empresarial, otra forma de denominar la ya citada RSC, consiste en una contribución activa y voluntaria que las empresas realizan para cooperar con el avance y la mejora del aspecto social, económico y medioambiental de los lugares en los que opera su actividad. La principal ventaja que obtiene la empresa es un intangible: el empoderamiento de su imagen corporativa y su identidad como agente colaborativo y no dañino con respecto al resto. Evidentemente no se trata solo del cumplimiento de las leyes y la normativa, algo que se da por supuesto y se sobre entiende; la RSC (o RSE) alude a un cooperativismo mucho mayor que el del respeto a la Ley. Muchas veces se habla de que bajo el término se puede esconder una idea de intercambio o devolución de recursos a la sociedad, el medio ambiente o la economía, que prestan a la empresa su estructura para hacer su actividad. Esta, a cambio, le devuelve esa RSC: una suerte de activación o repercusión positiva, al margen de la actividad de negocio principal. Normalmente se suelen llevar a cabo las acciones de RSC a través de fundaciones que llevan el nombre de la empresa y se dedican al ámbito de la cultura, lo social u otros aspectos que normalmente parecen más olvidados. El Profesor de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Solano, define la RSE como “el conjunto de obligaciones inherentes a la libre asunción de un estado o condición, aún no tipificado por el ordenamiento jurídico positivo, pero cuya fuerza vinculante y previa tipificación proceden de la íntima convicción social de que su incumplimiento supone la infracción de la norma de cultura”. Lo dicho: no obligatorio, pero sí vinculante y, sobre todo, sujeta a la ética básica.
Bajo estas pautas de RSE, la Red Pacto Mundial se impone dos objetivos principales que se solapan y se completan el uno al otro. Según su propia web: 1) incorporar los 10 Principios en las actividades empresariales de todo el mundo; y 2) canalizar acciones en apoyo de los objetivos más amplios de la Organización de Naciones Unidas (ONU), incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Para garantizar el éxito en su labor, la iniciativa pone al servicio de los firmantes una serie de herramientas y, además, otras iniciativas que contribuyen a la acción global. Por ejemplo, Principios de Empoderamiento de las Mujeres, para alcanzar por fin esa equidad en el trato; Principios de la Infancia, para contribuir a la delicada situación de muchos pequeños que aun gastan su niñez en la empresa; Caring for Climate, que lucha contra el Cambio Climático, cada vez más patente en nuestro día a día; CEO Water Mandate, con relación a la situación del agua a lo largo del mundo; y muchas otras iniciativas que ayudan a los CEOS de las empresas integrantes del Pacto a la exitosa consecución de una serie de objetivos beneficiosos para el resto de la comunidad internacional.