Ya en la prehistoria, los primeros humanos, sentían en su interior la llamada del arte. La necesidad del ser humano de expresarse, dio como resultado las admiradas pinturas rupestres que, aun pueden contemplarse en algunas cuevas. De como pintaban los hombres primitivos a como pinta el hombre moderno, la evolución ha sido pareja. Sin embargo, podríamos decir que, uno de los materiales más primitivos que existen para dibujar, aunque no tan prehistórico, si probablemente de los primeros, es el carboncillo.
Nuestros amigos de ArteSpray, expertos en todo tipo de material artístico e incluso en pintura de piscinas de hormigón, nos han hablado de esta técnica tan imprescindible para los artistas. A lo largo de toda la historia, los artistas se han enfrentado al papel y el lienzo, carboncillo en mano. Sea para bocetar sus obras de arte, sea para realizar dibujos finales, esta suerte de herramienta artística, compone una técnica fundamental. Gracias a las cualidades especiales que posee el carboncillo, como la facilidad que ofrece a la hora de hacer rectificaciones en el dibujo, su versatilidad y la capacidad que posee para solventar los problemas de luz que genera el dibujo, es la técnica con la que se forman los artistas.
Antes de adentrarnos en la técnica del carboncillo, propiamente dicha, definamos que es un carboncillo. Aunque haya quien piense que se trata de un mero lapicero, nada mas lejos de la realidad. El carboncillo es una rama de vid, sauce, encina, abedul o brezo, carbonizada. Para someter las ramitas a este proceso, se realiza una selección previa, evitando las que cuenten con nudos. Tras este proceso de selección, se combustionan las ramas en un medio sin apenas oxígeno, para así evitar que arda y se incinere y convertirla en un carbón blando y suave. Los carboncillos, preparados de esta manera, son prácticamente polvo y no cuenta, como sucede con los lápices, con diferentes tipos de dureza. La tonalidad del carboncillo, es siempre la misma, cambiando en tal caso, el grosor de los carbones. Estos distintos grosores, se utilizan con diferente finalidad, según las pretensiones del artista.
Dibujar con carboncillo
Para realizar un dibujo a carboncillo, en primer lugar, necesitamos un carboncillo. También necesitaremos un papel sobre el que plasmar nuestro arte. Sobre este, conviene realizar un encaje fino (un encuadre), donde se valora la composición a dibujar y las proporciones de la misma. En este punto, pueden utilizarse herramientas como la aguja y la plomada para ver los ángulos, las medidas, verticales…
Hay que estudiar el claroscuro, dibujar con carboncillo dará como resultado un trabajo en blanco y negro y escala de grises. Reservar las zonas de luces, dejando en blanco y aplicando el carbón y difuminándolo para lograr los tonos medios. Para ajustar los valores de la luz se pone o quita carbón mediante el uso de los difuminos, el dedo, gomas o un trapo de algodón. Estudiada la luz, se termina el trabajo aplicando grafismos, dando contraste al dibujo y con la goma, sacando las luces.
En los últimos pasos, puede utilizarse un lápiz ya que oscurece más y ayuda a aumentar el detalle cuando nos iniciamos en esta técnica, puesto que es más fácil controlar el trazo con un lápiz.
Mediante esta técnica, las luces y los claros que darán vida al dibujo, los aporta el papel, mientras que los tonos oscuros, se logran acumulando polvo de carbón sobre el mismo. El carboncillo es polvo y por tanto, su utilización ha de ser delicada. Al pasar el dedo por el papel, el polvo, se arrastra y puede estropearse el trabajo. Por ello, hay que tener cuidado con las manos a la hora de trabajar.
Para conocer como se debe trabajar con el carboncillo, hay que conocer el papel donde se va a dibujar. Prácticamente cualquier tipo de papel, es apto para esta técnica, salvo los satinados. El papel debe ser poroso para que el polvo del carbón, se introduzca en las fibras de papel y estas queden impregnadas. La acumulación del polvo creará los diferentes tonos que permitirán obtener las luces deseadas. El papel más recomendado para iniciarse, es el papel continuo para el encaje y el Ingres, adecuado para el encaje y el claroscuro.
El carboncillo se deposita en el papel tanto con la punta del mismo como con el costado de la varilla. Aplicando el carboncillo manteniendo la varilla dentro de la palma y frotándolo para extenderlo sobre el papel y luego mediane difuminos o los dedos, frotarlo en las zonas que se requiera. De igual modo, pueden utilizarse grafismos o tramas y líneas para dar expresión y profundidad al dibujo.
Aunque en principio se trata de una técnica acumulativa, pues el polvo del carbón se va acumulando, hay que saber eliminar el exceso para obtener un buen resultado y conjugar bien las luces y las sombras. Los más noveles, pueden verse tentados de utilizar la goma de borrar para eliminar los errores, lo que genera roturas en la fibra del papel, cambiando las cualidades del mismo o rompiéndolo totalmente. El carboncillo no se borra con goma, se limpia con un trapo de algodón. La utilidad de las gomas en esta técnica, es otra.
Una vez finalizado el dibujo, para evitar que el polvo se vaya desprendiendo, hay que fijarlo.
Materiales indispensables para dibujar con carboncillo
Como ya hemos dicho, en primer lugar, necesitamos el carboncillo. Esta rama fina carbonizada es la herramienta indispensable. Sus características son la fragilidad y su facilidad de borrado.
El carboncillo se comercializa en distintos números. Estos, hacen referencia a su grosor y no a la dureza. Un carboncillo del seis, mide diez milímetros y proporciona un trazo más grueso aunque no más intenso que uno del dos que mide tres milímetros de diámetro. Para que sea de calidad, no debe tener nudos ni durezas, pues eso rayaría el papel.
Otro indispensable, es el difumino. Estos cilindros de papel poroso, compactos y de forma cónica en sus puntas, sirven para extender, fundir y degradar los trazos.
Antes de su primer uso, conviene prepararlos, machacándolos con un martillo y lijándolos. Los difuminos, cuentan con dos puntas, una en cada extremo, hay que utilizar una para los oscuros y otra para los claros. Su limpieza se realiza con una lija fina.
Otras maneras de difuminar el carbón son los trapos, esponjas o dedos. Con ellos pueden lograrse grandes efectos. Los dedos en particular aportan cantidades mínimas de grasa, lo que hace que las zonas difuminadas con ellos, se borren de manera diferente.
También hay que contar con gomas y trapos. Con las gomas se rectifica y construye, es decir, iluminar y hacer formas. Sería como pintar en blanco sobre el papel oscurecido.
Es necesaria una goma blanda para sacar las luces y una dura para perfilar.
Los trapos limpian en las fases iniciales del dibujo. Deben ser de algodón. Con gamuza se pueden sacar luces de manera muy eficaz.
Tenemos ya las herramientas, nos falta el soporte. El papel, fundamental para dar vida al dibujo. Como ya hemos comentado, es valido prácticamente cualquier tipo de papel. Aunque el mejor para obtener buenos resultados, es el papel verjurado. Existen en varias tonalidades además del blanco.
Por último, para conservar nuestra obra, hay que utilizar un fijador. Existen espráis fijadores especiales para este fin, aunque pude utilizarse laca. Esta es menos recomendable pues al final, amarillea el papel, pero puede ser útil en un momento dado.
Algunos detalles importantes a tener en cuenta
Al contrario de lo que sucede con los lápices de grafito que se fijan al papel, por llevar en su composición aceites, el carboncillo, es inestable.
El carboncillo es polvo. De ahí que el mejor papel para usarlo deba ser poroso. El polvo que deja sobre el mismo, se introduce en las fibras del papel, pero flotan y sus partículas, son susceptibles de desaparece al primer contacto. Este factor clave, supedita la técnica totalmente.
No se coge como un lápiz. Si lo cogemos como tal, restregaríamos el polvo por todo el papel, perdiéndose el trabajo.
Trabajar con el carboncillo debe hacerse con este dentro de la mano, sin apoyar los dedos sobre el papel y a ser posible, tampoco el dorso de la mano.
Puede utilizarse tanto la punta como el canto. En este caso, muy útil para rellenar.
Lo mas habitual es utilizar un carboncillo de unos cinco centímetros.
Cuidar el papel y no castigarlo es un detalle fundamental a tener en cuenta para no tener que empezar de nuevo con otro papel.
Para borrar, nada de gomas, trapo de algodón y cuidado.
Las gomas están indicadas únicamente para iluminar y perfilar las zonas pertinentes. Nada de borrar o te quedas sin papel enseguida.
Hay que fijar el dibujo al papel mediante productos específicos para conservar el dibujo.
Pintar con carboncillo, más bien dibujar con él, es todo un arte. Aprender a utilizar esta técnica y hacer grandes dibujos, es algo interesante que todo artista pictórico, debería hacer. Los materiales no son caros, como puede ocurrir con otras técnicas y los resultados son, en cualquier caso, impresionantes. El único inconveniente es que es fácil terminar con las manos y a veces parte de la cara, llenas de carbón.