Emprender es una carrera de fondo. El emprendedor es como el corredor de una maratón. Inicia su recorrido rodeado de un montón de gente que le va a hacer toda la competencia que se pueda imaginar. Poco a poco, debe ir ganando distancia con los demás corredores, pero tendrá un recorrido inmenso por delante. Al final, después de una cantidad de esfuerzos muy grande, podrá llegar a la meta, exhausto, pero con la seguridad y la felicidad de haber conseguido el objetivo si ha sido capaz de trabajar bien. Porque solo es trabajando bien como podrá llegar a esa meta… y hacerlo antes de que lo hagan los dirigentes de los demás negocios de la competencia.
Si es tan duro llevar esto a cabo, ¿por qué los emprendedores se lanzan a realizar esta carrera? Hemos querido saber las razones que les llevan a esto y hemos dado con un interesante artículo publicado en la web del diario La República, de Colombia, en el que se habla de esto y se destaca que una motivación para el 90% de la gente es «ganarse la vida». En el segundo escalafón, encontramos el hecho de construir un gran patrimonio, que engloba al 52’5% de la gente. El 44’4% quiere hacer la diferencia con su negocio y, en última instancia, un 31’7% quiere continuar con una tradición familiar.
Como veis, los motivos son muchos y muy diversos. Detrás de cada persona y cada empresa hay una historia, una necesidad y un rastro de objetivos que han podido ser cumplidos o no. Por tanto, es necesario que solo sea el emprendedor del negocio el que emita los juicios. O que, como mucho, sean las personas que han trabajado codo a codo con él. Lo que debemos tener claro es que no estamos hablando de una actividad fácil y que se pueda gestionar con un simple chasquido de los dedos. Tened en cuenta, en este sentido, que la inmensa mayoría de las empresas son pymes, no grandes multinacionales. Cuando hablamos de empresario siempre tendemos a pensar en un magnate y la realidad se diferencia mucho de eso.
Las estadísticas dicen que los momentos más complicados para las empresas son los que engloban sus 3 primeros años. Es algo lógico. Es en ese momento donde esas empresas todavía no tienen la solidez necesaria ni desde el punto de vista económico, porque de momento no han vendido demasiado, ni de popularidad, puesto que el recorrido histórico que tienen no es todavía suficiente. Teniendo en cuenta que la solidez en estos dos campos nos la va dando el día a día, hay que decir que las empresas que son de reciente creación juegan en desventaja en ese sentido y tienen que redoblar esfuerzos para tratar de mantenerse en el mercado.
Por eso, es importante cuidar de los primeros pasos como autónomo. Sobre todo porque, además de hacer que la empresa se maneje bien en ese terreno peligroso que son los 3 primeros años, va a permitir que empecemos a automatizar algunos procesos que quizá de otro modo nos podrían arrebatar demasiado tiempo en el futuro. En el blog de Hm Asesores ofrecen una hoja de ruta en la que se comentan los primeros pasos como autónomo, que son los que vamos a describir a continuación.
- Lo primero es decidirte a dar el paso. La principal ventaja que se puede encontrar en este aspecto tiene que ver con ser nuestro propio jefe y no tener que estar bajo el yugo de nadie. En este sentido, será importante que puedas dedicarte a la actividad a la que se dedica tu empresa durante todo el tiempo y que aspectos administrativos o de gestión te quiten la menor cantidad de tiempo posible.
- Lo segundo es darte de alta en Hacienda, para lo cual deberás tener claras algunas cuestiones ligadas al tipo de actividad que tienes pensado hacer, dónde la vas a realizar, quiénes van a ser tus clientes y dónde se van a encontrar tus clientes o proveedores. Después de eso, será obligatorio que te des de alta en la Seguridad Social con la base mínima de cotización (la tarifa de la cuota de autónomos será de 60 euros cada mes).
- El tercer paso es el que tiene que ver con los impuestos. Sí, sabemos que os gusta hablar poco o nada de ellos, pero es que van a ser elementales para que hagamos las cosas bien y no tengamos problemas de ningún tipo. En este caso, es importante la planificación porque sabrás cuándo se te van a cargar en cuenta los distintos impuestos trimestrales. Por otro lado, deberás tener en cuenta la distinción entre el Irpf y el Iva. El segundo es más sencillo porque no nos puede beneficiar ni perjudicar y se deriva de la suma de todos los Iva de todas las facturas que hayamos emitido menos el Iva de las facturas que nos hayan emitido a nosotros. En lo que respecta al Irpf, el tema es más complejo.
De primeras, tenéis que estar muy atentos a estos temas porque necesitaréis habituaros a todas esas nuevas obligaciones. Pero, una vez que hayáis dado con una asesoría que os facilite la vida en ese sentido, todo irá mucho más rodado. De hecho, iréis viendo cómo poco a poco podréis ir dedicando cada vez más tiempo a la actividad concreta por la cual vuestra empresa obtiene sus beneficios. Ya sabéis que vivimos en un país en el que existe mucha burocracia prácticamente para cualquier proceso y la verdad es que es imprescindible que las empresas puedan cubrirse las espaldas en lo que tiene que ver con esto para no tener problemas de muy diversa índole.
Además, este es un servicio muy importante por el hecho de que no todas las empresas pueden contar con grandes departamentos especializados en trámites legales o fiscales. Normalmente, las empresas cuando se crean son pymes y solo están compuestas por el emprendedor. Como mucho, suele haber otra persona que sea otra de las socias. En un contexto así, no se puede permitir perder ni un solo segundo de tiempo porque lo que necesitamos es trabajar en lo que nos hace ganar dinero y popularidad en nuestra área de influencia y entre nuestro público objetivo. Hay que pedir ayuda de manera externa para solventar determinados asuntos en los que no seamos expertos o en los que todavía no tengamos capacidad para operar.
La creación de empresas en España, al alza
Una información del diario 20 Minutos defiende a capa y espada la teoría que os hemos transmitido en el encabezado anterior. Decía que la creación de empresas superó las 100.000 unidades en 2024 por primera vez desde la pandemia. Es una noticia que debemos celebrar y que viene a decir que la economía de nuestro país se encuentra en buenas manos. Tiene mucho mérito haber conseguido esto solo un par de años después del final de las restricciones por la pandemia. Y es que, en muchos casos, estos datos son los mejores desde el inicio de la crisis económica que arrancó en el año 2007 y que tantos problemas ocasionó hasta bien entrada la década siguiente.
Que haya emprendimiento es una de las señas de que una sociedad funciona y de que está preparada para abordar los retos del futuro. Es verdad que no todo es del color de rosas y que, en estos años, también ha habido empresas que han cerrado. Pero el problema vendría en el caso de que se cerraran empresas y no hubiera creación de otras, que es lo que sucedía con esa crisis económica de la que estábamos hablando en el párrafo anterior. Por fortuna, España es un país que se encuentra muy vivo en este sentido y que, gracias a ello, se ha convertido ya en una de las economías más potentes de toda la Unión Europea.
Hay mucho trabajo por delante para conseguir que esto siga así. Las cosas no suceden porque sí, sin más explicación. Suceden porque se ha creado un caldo de cultivo idóneo para que se desarrollen. Y, en el caso de las empresas, así ha sido en un país como el nuestro desde hace tiempo. Estamos abandonando poco a poco la idea de que España es un país en el que el trabajo no es eficaz y eso es justamente lo que necesitábamos para que, por fin, en Europa se nos hiciera el caso que merecemos.
Muchas veces, parece que da pánico emprender. Es una labor que no es para gente conformista, por supuesto, pero obteniendo la ayuda necesaria es posible conseguir que sea una cuestión que resulte más sencilla de lo que parece. No hay que obcecarse en querer hacerlo todo por uno mismo. Eso no va a funcionar siempre y, de hecho, no va a funcionar en la mayoría de las ocasiones. Tenedlo en cuenta y que el orgullo no forme parte de vuestra manera de trabajar (ni de ser, por supuesto).