En cualquier empresa, institución u organización es necesario tener bien claro cuál es el perfil de trabajador que requiere cada departamento. Aunque el objetivo común y final sea el mismo cada área tiene una función específica y para ello se necesitan trabajadores con ideas, capacidad de trabajo, de interacción o influencias diferentes. Y es que, al igual que no existen dos personas iguales, nuestra empresa no debe requerir dos empleados iguales.
El ejemplo más claro de una empresa dividida en departamentos es la de un medio de comunicación de prensa escrita, cuyos departamentos son las propias secciones del periódico (política, economía, cultura, sociedad, deportes) y algunos departamentos adicionales como puede ser el de maquetación, cierre o documentación. La distribución del personal en secciones como estas también es inequívocamente importante.
El periódico que dirijo en mi ciudad de nacimiento tiene una vida que alcanza los dos años. Aunque se trata de un diario pequeño, hemos ido realizando algunos avances y, además de contar con excelentes profesionales que se encargan de cubrir las diferentes secciones, el diario también tiene una página web que es nuestra principal baza para el futuro en función de los tiempos que se avecinan.
Recuerdo especialmente que no fue nada fácil saber cómo llevar a cabo un proyecto como este. Mi socio Jacobo y yo teníamos la idea pero creo que en algo estábamos fallando, porque muchos de nuestros trabajadores no parecían excesivamente cómodos en la redacción. Teníamos la sensación de que esto era debido a que no todos se estaban encargando de la sección que más podía atraerles y por tanto comenzamos a pensar en reubicar a todos aquellos a los que encontráramos especialmente desalentados.
Uno trabaja mejor si es tratando el tema que le gusta, pero quizá puede resultar más útil en otra sección. Ante esta disyuntiva, nuestra propuesta debería ser firme. Creíamos necesario acudir a una empresa encargada en la gestión de recursos humanos para paliar el problema y fue el propio Jacobo el que me recomendó contactar con Facthum, una entidad que solía emplear el conocido ‘Papi 3’, un test de personalidad efectivo con más de 40 años de antigüedad que evalúa la personalidad laboral de cada trabajador.
Realizarlo no nos saldría caro y acabaría con las dudas que teníamos acerca de la organización de nuestros empleados. Por eso no nos lo pensamos y desde Facthum pusieron a nuestra disposición todos sus medios para la realización del test. Aunque a los periodistas les sorprendió la idea en un primer momento, al final terminarían por comprender su utilidad.
Mejor funcionamiento y más compromiso
Una vez realizados los test, los profesionales de Facthum se pusieron en contacto con nosotros para evaluar todo lo que éstos habían dado de sí. Las respuestas que nuestros empleados habían vertido derivaba en una serie de conclusiones que estábamos muy cerca de conocer.
Muchos de ellos daban el perfil para situarse en otras secciones. Martín, un chaval que según el test tendría una facilidad excelente para hacer contactos, escribía para la sección de sociedad cuando lo ideal sería que estuviera en política. Olga, una de las últimas contratadas, escribía en el periódico en versión papel cuando su facilidad de interacción con la gente hacía quizá más necesaria su labor en la sección de la página web. Casos como estos nos los acababa de descubrir el test. Un test que nos invitaba a hacer cambios en la disposición de la plantilla.
Decidimos hacer caso a ese tipo de modificaciones que requerían las respuestas y vimos que pasado poco tiempo el ambiente en la redacción y entre los propios compañeros era mucho más agradable. Y no solo eso. Al trabajar cada cual en la sección para la que estaba más preparado, el funcionamiento de las secciones era cada vez mejor. Teníamos a cada uno en el puesto que más rendimiento podía sacar de él y que por lo general le gustaba. De esta manera, el trabajo era mucho más sencillo.
Nos quedábamos mucho más tranquilos. Si todos estaban contentos, el futuro del periódico resultaría prometedor. Hasta ahora, así ha sido.