Gestionar una empresa implica viajar. Sin lugar a dudas, no podemos permitirnos el lujo de estancarnos en un sitio. Hay que derribar fronteras, conocer gente y exportar nuestros bienes o servicios hasta el último rincón en el que nos sea posible hacerlo. El futuro de la empresa y el de todos los que trabajan para ella depende en gran medida de eso.
En ocasiones, viajes de negocios que en principio pueden parecernos pesados y aburridos nos trasladan a ciudades inolvidables, que nos permiten darle un vuelco a nuestra primera percepción y disfrutar de en lo que en parte significa la profesión del empresario, que también tiene sus grandes momentos a pesar de la gran responsabilidad que ha de asumirse.
Desde hace dos años y medio soy el director de una empresa encargada de fabricar puertas que opera en la zona de La Mancha. Durante este tiempo, tanto los socios fundadores como yo hemos hecho todo lo posible por conseguir que las puertas que salen de nuestra nave se repartan en un amplio abanico de lugares. Y no nos ha ido mal: Alemania, Austria, Bélgica, Francia y otra decena de países reciben nuestros productos. Por supuesto, la distribución que hacemos de las puertas en España no pasa desapercibida.
Una de las estrategias que seguimos Mario, el director gerente, y yo, como director general, cuando tenemos que negociar la llegada de un pedido a un nuevo lugar es la de acudir en persona a la ciudad en la que la empresa que nos lo hace tiene su sede social. Esta idea siempre nos garantiza una gran imagen delante del potencial cliente, y la verdad es que nuestra efectividad en cuanto a la consecución del éxito es fantástica.
Una de las últimas ciudades a las que hemos tenido que rendir visita ha sido Sevilla. La empresa que se había puesto en contacto con nosotros para obtener un primer pedido era de allí, por lo que pusimos en marcha nuestro plan habitual para viajar a la ciudad, conocer a los directores de nuestra nueva empresa cliente y empezar a demostrarle nuestra confianza para fidelizarlos.
Para acudir a la ciudad necesitábamos primero un buen hotel en el que residir mientras se extendiera nuestra estancia. Por eso comenzamos a recopilar información acerca de los hoteles de la zona y descubrimos Mercer Sevilla, uno de los mejores de la ciudad hispalense. Después de acceder a su página web teníamos bastante claro que era nuestra elección debido a su indudable atención al cliente, la exclusividad de su restaurante y la comodidad de sus habitaciones.
Una visita inolvidable
Una de las cosas que más nos sorprendieron del lugar en cuanto llegamos fue el precio de la estancia, que no era ni mucho menos caro a pesar de la calidad de los servicios que se ofertaban. Contentos, observamos que toda la información de la que nos habíamos hecho eco a través de la web era real y que nuestra primera visita como empresarios a Sevilla comenzaba de la mejor manera posible. El viaje prometía.
Y no defraudó. Nuestro primer cometido, visitar a nuestros clientes, salió redondo. Conocernos en persona resultó un gran acierto y, como pensábamos, resultó determinante para cerrar la primera de la que esperamos que sean muchas operaciones. Además, estos señores nos invitaron personalmente a conocer la ciudad, algo que pensábamos hacer Mario y yo por nuestra cuenta y que nos pareció un detalle muy generoso por su parte. La relación entre los dos grupos había comenzado de la mejor manera posible para todos.
Nos encantó Sevilla. Tenemos un gran recuerdo de aquel viaje a causa de haber cerrado la venta y haber conocido un lugar tan extraordinario y acogedor. Está claro que en alguna ocasión tendremos la oportunidad de regresar a capital de Andalucía y de, por tanto, volver a alojarnos en el hotel Mercer Sevilla.