En 2010, para un estudio sobre urbes inteligentes, la multinacional IBM encuestó a miles de oficinistas de dieciséis capitales norteamericanas, al unir los datos de todos los trabajadores, se comprobó que en un año, sumaban 16,6 años esperando un ascensor.
Aunque muchas personas no pueden utilizar los ascensores, es decir, los claustrofóbicos (miedo a los espacios cerrados) o acrofóbicos (miedo a las alturas). Es importante conocer el origen de este invento. En la Antigua Roma ocho personas podían impulsar el cabrestante que hacía ascender la jaula desde los sótanos hasta la arena, ya que lo utilizaban para transportar fieras.
El primero que apostó por los principios de la mecánica fue Arquímedes en el siglo III a.C. La ventaja de esta mecánica, es que una magnitud mide cuánto se amplifica la fuerza usando un mecanismo para contrarrestar la resistencia.
En el siglo XVIII aparecieron los primeros ascensores, en Versalles, el rey Luis XV mandó instalar uno para que lo llevará a su habitación. Ivan Kulibin un mecánico conocido como «el Arquímedes de Rusia» consiguió un sistema llamado tornillo de potencia, ya que en ese momento se utilizaban las poleas o las palancas de las grúas antiguas.
En la Revolución Industrial construyeron unos elevadores más potentes. En 1846 el ingeniero William George Armstrong inventó la grúa hidráulica para cargar buques en los muelles y se aplicó también a los ascensores.
El norteamericano Elisha Graves Otis durante la Exposición Universal de 1853, apareció suspendido sobre una plataforma y muchos invitados se asustaron, ya que se dispuso a cortar el cable que lo sostenía, pero gracias a el sistema de frenado evitó la caída.
El magnate Peter Cooper apostó por los ascensores en la nueva sede de su universidad en Manhattan y Otis instaló allí uno de sus primeros modelos. El único inconveniente es que era un poco lento para los grandes rascacielos.
En 1880, el alemán Werner von Siemens creó el primer ascensor eléctrico. En el siglo XX las empresas se desconectaron de la red hidráulica y optaron por la eléctrica.
Gracias al automatismo tampoco se necesitaba la figura del ascensorista. A principios del siglo XX, en Nueva York, muchas personas no se atrevían a subirse solos, pero comenzaron añadir botones de emergencia, teléfonos y los hilos musicales.
«El primer ascensor en España se instaló en Madrid en 1877 y en 1897 el primero en Catalunya, concretamente en Barcelona», informa el diario La Vanguardia.
En la actualidad el ascensor es seguro y necesario para la personas mayores y para las personas que tienen problemas de movilidad. Aunque también es importante el mantenimiento por parte de la empresa.
Se estima que un ascensor puede durar unos 60 años, aunque en algunas ciudades podemos encontrar ascensores instalados de principios del siglo pasado. Los propietarios o titulares tienen la obligación de pasar la inspección periódica reglamentaria de su ascensor en el plazo de 4 años.
Las inspecciones son aconsejable para garantizar el buen funcionamiento del aparato y la seguridad de los usuarios. Los ascensores que están instalados en viviendas unifamiliares también tienen que pasar la inspección periódica.
Los dos ascensores más rápido del mundo se encuentran en China, en el Centro Financiero CTF de Guangzhou y en un rascacielos de 530 metros. Son capaces de alcanzar una velocidad de 1.200 m/min, es decir, recorren la planta número 1 a la 95 en 43 segundos.
Hitachi opta por un sistema de frenado con una buena resistencia al calor para una parada segura. Para evitar la sensación de taponamiento, también ha desarrollado una tecnología de ajuste de presión del aire.
La importancia de la resistencia de frenado
Los ascensores necesitan la resistencia de frenado. “Las resistencias de frenado tienen como objetivo disipar la energía generada por un motor durante la deceleración, nombre con el que se conoce la aceleración negativa o disminución de la velocidad», informan los profesionales de Nugar Resistor Technology.
Es muy importante que el ascensor tenga una buena resistencia de frenado, porque permite detener el motor sin rozamiento ni elementos mecánicos forzados. También evita que se dañe el accionamiento por sobretensión y consigue que el aparato se detenga de forma segura.
La resistencia de frenado es muy importante para los ascensores, pero también para los trenes y las grúas. Estas resistencias suelen ser grandes y sus conexiones suelen ser mecánicas. También se adaptan a múltiples entornos y espacios.
Ayudan a reducir el desgaste de los componentes de frenado, eliminan el riesgo de sobrecalentamiento y permiten un frenado más rápido. Además, para aumentar la capacidad de disipación, los marcos de resistencia cuentan con ventiladores de refrigeración.
Las resistencias de frenado son aptas, para cualquier tipo de variador de frecuencia y para cualquier aplicación que requiera un frenado dinámico. Además, la fabricación se adapta a las necesidades del cliente.