Una empresa debe ser mucho más que la institución para la que una o varias personas trabajan. Ese concepto está demasiado anticuado para los tiempos que corren. Hoy en día, una empresa debe ser una familia, convivencia, trabajo en equipo, dedicación. Trabajando desde estas premisas la eficacia y la eficiencia de los trabajadores suele mejorar y por tanto es imprescindible que el buen director conozca cómo conseguirlas. Ese director, en primer lugar, tiene que ver a sus empleados como compañeros más que como súbditos. Dedicándoles respeto y confianza su sentimiento de pertenencia aumenta de la misma manera que sus ganas de trabajar y dejarse la piel por la organización. En definitiva, desde la Dirección se tiene que cuidar a los trabajadores. Hacerlo es sinónimo de cuidar sus medios de producción.
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